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Las personas trans existimos y ya no volveremos a ocultarnos

Por: Emmanuel Camargo.

Las personas trans en América Latina y el Caribe enfrentan discriminación en el mercado laboral. Esto se suma al frecuente rechazo y exclusión por parte de sus pares, familias y comunidades. Incluso, ser una persona trans es un desafío para acceder a los servicios básicos, las oportunidades y la participación social activa. Esto se suma a otras barreras por cuestiones de raza, pertenencia étnica, discapacidad e incluso origen, que agrega otros riesgos estructurales.

En Colombia, tener una identidad de género o una orientación sexual diferente a los patrones tradicionales o heteronormativos implica mayores dificultades para que las personas terminen sus procesos de formación y, en consecuencia, desarrollen competencias que les permitan acceder y permanecer en el mercado laboral formal de manera igualitaria.

El trabajo es parte de la identidad y trae consigo la recompensa de sentir que se aporta a la sociedad, el trabajo dignifica y brinda calidad de vida para las personas trans, promoviendo una sociedad más justa.

En términos más humanos, la inclusión laboral significa promover el mejoramiento en la calidad de vida de la persona contratada, lo sé por experiencia propia: desde que me asumí como personas trans, más exactamente como un hombre trans, podría decir que no ha sido un camino fácil, admito que en algunos momentos me he sentido incómodo o que mi identidad de género no se respeta. Sin embargo, la entidad ha promovido mi vinculación laboral de forma efectiva.

Tengo un carnet con el nombre que me hace sentir cómodo, logré que mi dirección de correo electrónico corresponda con quién realmente soy. Estos elementos, que parecerían anecdóticos, podrían hacer que alguien se pregunte ¿cómo algo así puede hacer la diferencia? La respuesta es sencilla, cuando decidí cambiar mi nombre, esperé que se respetará esa decisión y que, aunque no tenía un documento que lo acreditará, yo quería ser reconocido con el nombre que decidí me acompañaría el resto de vida, el nombre con el que me siento seguro, y la Entidad me brindo las opciones para identificarme en mi ejercicio diario bajo el nombre que había escogido. Cabe decir fue un proceso “artesanal”, ni la Secretaría ni yo teníamos claro cómo gestionar o abordar mi contratación como persona trans, pero sí sabíamos que existía voluntad en procurar mi comodidad.

Durante mi paso por la Entidad, he podido promover estrategias para que las vinculaciones de personas trans sean armónicas y no afecten o generen incomodidad para la persona contratada. Este trabajo se ha convertido en un aporte a la sociedad, para que cuando la entidad desee vincular más personas trans, tengamos procesos estandarizados que permitan que los equipos de contratación tengan herramientas y pautas de abordaje asertivo como, por ejemplo, el hecho de eximir a hombres trans de documentos como la libreta militar.

Es un largo camino por recorrer, pero hasta el momento agradezco la voluntad y el interés por abordar estos temas al interior de la Entidad de forma seria y rigurosa. Como persona trans, ha sido importante para mí y mi salud mental, saber que cuento con el respaldo de la Secretaría por medio de documentos que me celebran en mi diversidad, demostrando así que las personas trans existimos, y ya no volveremos a ocultarnos, porque estamos en todos los espacios y habitamos nuestros tránsitos de tantas formas como colores hay en el mundo.

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